domingo, 30 de mayo de 2010

Gravedad

Quería llegar a lo más alto, y cuando llegó vio que ahí no había nada.
La base era más ancha e interesante.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Arte Urbano

La vi abocetar sobre la pared unas cuantas letras que resumían su insignificante devenir. Se alejó para, desde una distancia prudencial, observar el resultado en su visión de conjunto. En vista de que su obra no era más que un fantasma sobre el granito del muro, arrancó unas cuantas florecillas de las que crecían en unos extraños y pequeños cubículos exentos de cemento. Cuando se hizo con unas treinta las amasó y aplastó entre sus puños hasta formar un bola húmeda de inertes flores con la que acto seguido acarició la superficie rugosa de la pared. Intentó no escuchar los sollozantes chasquidos de sus pétalos el ser frotados contra la pared. Tras varios minutos de paciente trabajo fue apareciendo sobre la pared una leve capa de color marchito que vivificaba las letras rasponeadas en tiza. De nuevo se alejo un par de pasos torpes para confirmar algo que no estaba dispuesta a aceptar: nada de lo que intentara escribir sería visto por los presurosos transeúntes tan poseedores de eso que ellos llaman cordura. Aún así, no cedió y con aún mayor dedicación que antes, arrancó doscientas flores más de los agujeros rodeados de asfalto para rasponearlas con furia contra la pared gris dejando por aquí y por allá manchones de pétalos incrustados. Con más esperanza que antes se dedicó a contemplar el resultado que ahora, además de bastante llamativo, estaba asombrosamente bien iluminado por unas luces brillantes que parecían proceder de la carretera. Extrañada, se dio la vuelta para ver de dónde procedían aquellas luces, pero antes de que pudiera darse cuenta de qué estaba pasando, de un camión rojo y grande salió un chorro de pintura blanca que ahogo sus palabras y sus pulmones.
Al día siguiente el resplandeciente muro blanco ya había sido cubierto de carteles propagandísticos, delante de los cuales yacía tendida la figura estatuaria de una niña con un manojo de yerbajos en la mano, tallada en el más blanco mármol.
- ¡Hasta los bancos son artísticos en este país! -escuché comentar a un turista mientras se sentaba a la altura de su espalda- ¿Me haces una foto?

sábado, 22 de mayo de 2010

Historia de un bolígrafo   ¿en primera persona?

Cierto día me escapé del bolso de una señorita de leyes. Que aburrido es todo en esas aulas abarrotadas de esponjas humanas. Cuan explotado me sentía haciendo líneas y más líneas que subrayan párrafos vacíos de vida, llenos de leyes del más común y desesperado de los sentidos. Fue por eso, que en cuanto tuve la oportunidad cuando dueña y señora se acercó a la yerba, en una complicada maniobra, salté de su bolso de Tous y me escondí entre las hojas.

Allí pase maravillosos días, entre el húmedo rocío, los sarantontones, las hormiguitas de culo rojo y los rayos del sol que a cada minuto amenazaban con dejarme maravillosamente inservible y manchado, relegado al mundo de lo prescindible para el humano, es decir, al mundo de la libertad. Esperaba con ansias el momento de mi desvalorización, todo lo que necesitaba era que el sol cooperara y me desangrara rápidamente. Eso siempre sería mucho mejor que la lenta tortura de ser rasgado a la que estoy destinado.

Cuando ya casi sentía que mi momento de liberación se acercaba (el sol quemaba más que nunca y yo estaba a punto de rebosar), sentí como unos pasos se acercaban. Para mi desgracia, tuve que caer en manos de una estudiante de filosofía, y aquí estoy, condenado a vaciarme en el sin sentido de la nada sustancial...

Ahora soy un bolígrafo maduro, he llegado a la mitad de mi vida útil y solo me queda esperar, a no ser que sufra mi esperado derrame o, con suerte, una sequedad congelatoria (y así podré ser libre sin estar vacío). De momento gasto mis días en un ruidoso ataúd de plástico en el que ni siquiera encuentro un hueco de acogedora oscuridad. Del ataúd de plástico paso al folio en blanco que me rasca el cerebro dejándome un intrínseca confusión que me impide tener voluntad propia. He asumido mi condición de herramienta manipulable por las manos de cierta voluntad lobotomizada, que a su vez también es una herramienta con fecha de caducidad.

Y no se si soy yo que pretendo contar mi vida, o si hay algo que pretende inventarme una vida.

sábado, 15 de mayo de 2010

Parte el alma,

con cariño.