jueves, 4 de abril de 2013

Querido Tribilín:

Fuiste un arbol poderoso e intempestivo, pues en pocos años subvertiste la frustración de latinoamérica en esperanza. Tan repentinamente como llegaste, te fuiste. No sin antes propagar tus semillas inmortales por todo un continente.
Aunque ya no esté con nosotras tu mágica presencia, no podemos permitirnos echarte de menos, porque eso sería admitir que las semillas que nos legaste no están brotando regadas por nuestras lágrimas. 


Pero sépalo bien, que no son lágrimas de de tristeza, sino de esperanza y lucha.