sábado, 29 de diciembre de 2007

Gira la inconsciente desconocida

Hoy no sé que es. Hoy es, por ejemplo, un te quiero ilimitado. O el cansancio de un momento. Y también hoy es ceguera. No he aprendido a abrir los ojos, ellos - independientes, sin cerebro- se cierran ante mi único miedo y sus variables: no saber pensar, no saber que pienso. El desconocimiento propio.

¿Tan introvertida puede llegar a ser una persona llegar a ser que se averguenza de sí misma y no quiere conocerse? Sí, la prueba la tengo en mí. Y es que giro, siempre giro, y a veces -pocas- necesito ser estable. El silencio me ensordece, te ensordece. O al revés, también: la sordera hace el silencio. Giro, y de repente soy una niña, soy una pequeña niña sorda que respira la música del sinsonido. Un eterno silencio musical... un eterno agradar a mis oídos decorativos.
Giro de nuevo y ahora soy un paréntesis. Un simple paréntesis, un paréntesis dividido: a primera vista está el símbolo (ese símbolo valiente y protector) y en segundo plano el contenido (el cobarde que se esconde en sus ahuecadas paredes, esas palabras que temen mostrarse por sentirse carentes de importancia). No te diré que parte del paréntesis soy, y tampoco te diré por qué lo soy.









¿Qué?

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Lirón...


Lindo, lindo,
parpadean
estrellitas en el cielo
y allá arriba están volando
con alitas de murciélago.

viernes, 21 de diciembre de 2007

No hay fin final

En mi no existe la teleología.
No estoy ni estaré jamas en potencia de nada porque, para empezar, ni siquiera estoy en acción.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Estrella estrellada con el viento

"El viento de la noche gira en el cielo y canta.

(...)

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

(...)

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.


*


Por que al decirlo se arrepentía, y porque al arrepentirse se arrepentía de haberse arrepentido.

Y por que al lloverse se mostraba sin quererlo.

Y porque no se sabe qué es más dulce; si él que ve la dulzura o ella que es en quién la encuentra.



...porque ya no te quiero, es cierto, pero tal vez te quiero.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Coronas de papel de cigarrillo

Quizás porque no soy un buen poeta
puedo pedirte que te quedes quieta
hasta que yo termine estas palabras.
Quizás porque no soy un buen artista
puedo decirte "tu pintura está lista"
y darteló, orgulloso, este mamarracho.

Quizás no soy un buen soldado
dejo que ataques de frente y costado
cuando discutimos de nuestros proyectos.

Quizás porque no soy de la nobleza
puedo nombrarte mi reina y princesa
y darte coronas de papel de cigarrillo.

Quizás porque no soy un buen comerciante
no pido nada a cambio de darte
lo poco que tengo: mi vida y mis sueños.
Quizás porque no soy nada de eso
es que hoy estás aquí en mi lecho.


Sui Generis (Charly García)

viernes, 7 de diciembre de 2007

-¿Y como se subvencionan?

-No se subvencionan, hacen vacas ¡¿Subvenciones?! ¿Quién va a subvencionar el bien de la humanidad?

domingo, 25 de noviembre de 2007

Niños de hielo

Bajo la silenciosa noche
descansa un ebrio y confuso mundo.
Sobre él, se aman dos corazones fríos,
aunque vehementes
(Y por qué no, también dementes).

A lo lejos, se percibe una forzada respiración precedida por la aparición de un nublado vaho en su frágil cuello de cristal. Es así como la niña de hielo condensa los suspiros fríos del niño helado en su triste boca. Y deja escapar su último aliento, susurrándole al oído:

-Bebo, trago y siento tu corazón vacío;
ahora, y para siempre eres mío.
Déjame, amor, sentir tu calor helado,
el ardor de tu corazón, y de tus labios morados
Fundiéndote en mí, niño, permanece aquí abrazado
el calor refrigerante adormeció tu vida a mi lado.

sábado, 17 de noviembre de 2007

¡Yo estuve ahí!



A la vez que "la maza", esta canción, sonaba, nos deslizabamos desde dónde Silvio era un puntito amarillo hasta las tribunas de los ricos y, sentados a sus pies, nos encaramos con nuestro trovador.
Respirando el mismo aire que respira el rey, mi rey, de las flores. Llorando y cantando con la mejor compañía: "Miyara", y telefónicamente con Cantunta y Potita, y cincomil pajaritos desafinados además.

Mejor cállate tú

sangre coagulada, nunca azul,
estancada, por no limpiar la impura pureza

cállate tú
descendiente de Fernando VII, tu imperio ya terminó

calla, cállate tú
que has sido impuesto por tu sangre y no tus méritos

cállate,
que sólo sabes leer discursos preparados
y en cuanto escupes palabras pensadas
deseas haber callado

calla porque no eres quién para hacer callar las verdades
y porque jamás negarás de nuevo
lo que el pueblo colonizado ha reclamado:
la igualdad
esa que por tu simple existencia nos había sido negada

quédate en tu españa monárquica
canta, de nuevo, tus himnos juntos a tus congéneres
y elogia, si quieres, la estabilidad de la represión
de la falsa democracia y del capitalismo descontrolado
entretén, también si quieres,
a las doñas que precisan tu existencia

pero fuera de tu país, por favor, cállate

viernes, 9 de noviembre de 2007

Tuto troca e da medo

El comienzo del principio del cambio cree llegar, y entonces, cuanta más ilusión pones en ese cambio, vuelve el estancamiento... el a veces jodido, y otras veces agradecido, estancamiento.
Pero este de ahora... este es jodido; es un estancamiento que amenaza con ser prolongado. Y no sabes si luchar por sobrevivir para llegar a la meta. A veces se te quitan las ganas de hacer planes y también las de vivir improvisando.
No quieres vivir esa vida sin propósito alguno más que el inmediato. Pero quieres que esa etapa de incertidumbre pase rápido, de modo que sin darte cuenta el tiempo te devora. Y lo agradeces. Y lloras por desperdiciarte.
(Pero recuerda, llorar es el lujo de los bien abastecidos).
Te asusta pensar que en la vida sacrificas tu tiempo pensando en un futuro que nunca llegará, y te olvidas de el ahora. ¿Pero qué hacer si el ahora no te gusta? ¿Que hace la gente normal cuando no sabe qué le gusta?

Llegas a la misma conclusión: quizá necesites un cambio grande. Quizá, y solo quizá, temas la monotonía a la vez que el devenir curioso. Quizá, ahora más que nunca, sientas no tener una sola certeza. Y, claro, una incertidumbre tan agresiva siempre te asusta, te desgarra, te confunde y a la vez te insensibiliza de forma terriblemente vehemente.
Y las contradicciones se disparan una vez más.
Y no sabes. ¿No sabes? ¿Saber qué?. No, más bien soy yo ¡yo!. Soy yo quien no sé: no sé conversar conmigo misma, y por eso te invento, deseando me seas ajeno. Otra vez será el miedo, mi miedo. Ese (mi) sentimiento por excelencia:
Miedo al cambio y a la permanencia. Miedo a lo conveniente y a la emoción. Miedo al mundo, su belleza y mi incapacidad para apreciarla. Miedo al tiempo y su imparable paso. Miedo a la prolongación de algunos momentos. Miedo también a la responsabilidad y a saberme irresponsable. Miedo a la lucha, y también a la pasividad. Miedo a la certeza, a la lejanía, a la gente y la pseudo gente. Miedo al olvido, miedo a recordar.
Pero esencialmente; miedo a alimentar una vida de innecesarios miedos.
Los miedos de la cobardía.