martes, 4 de septiembre de 2007

¡Olvidate de tus deseos!

Yo también deseo tus manos
y no por eso te las arranco.

Acepto mi derrota y aprendo
a vivir sin ellas.

Sin tus ásperas y suaves manos.

Sin tus ojos ni tus palabras.

Tus palabras…
El silencio vibrante
de tus palabras
me destroza los oídos.

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