sábado, 29 de diciembre de 2007

Gira la inconsciente desconocida

Hoy no sé que es. Hoy es, por ejemplo, un te quiero ilimitado. O el cansancio de un momento. Y también hoy es ceguera. No he aprendido a abrir los ojos, ellos - independientes, sin cerebro- se cierran ante mi único miedo y sus variables: no saber pensar, no saber que pienso. El desconocimiento propio.

¿Tan introvertida puede llegar a ser una persona llegar a ser que se averguenza de sí misma y no quiere conocerse? Sí, la prueba la tengo en mí. Y es que giro, siempre giro, y a veces -pocas- necesito ser estable. El silencio me ensordece, te ensordece. O al revés, también: la sordera hace el silencio. Giro, y de repente soy una niña, soy una pequeña niña sorda que respira la música del sinsonido. Un eterno silencio musical... un eterno agradar a mis oídos decorativos.
Giro de nuevo y ahora soy un paréntesis. Un simple paréntesis, un paréntesis dividido: a primera vista está el símbolo (ese símbolo valiente y protector) y en segundo plano el contenido (el cobarde que se esconde en sus ahuecadas paredes, esas palabras que temen mostrarse por sentirse carentes de importancia). No te diré que parte del paréntesis soy, y tampoco te diré por qué lo soy.









¿Qué?

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Lirón...


Lindo, lindo,
parpadean
estrellitas en el cielo
y allá arriba están volando
con alitas de murciélago.

viernes, 21 de diciembre de 2007

No hay fin final

En mi no existe la teleología.
No estoy ni estaré jamas en potencia de nada porque, para empezar, ni siquiera estoy en acción.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Estrella estrellada con el viento

"El viento de la noche gira en el cielo y canta.

(...)

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

(...)

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.


*


Por que al decirlo se arrepentía, y porque al arrepentirse se arrepentía de haberse arrepentido.

Y por que al lloverse se mostraba sin quererlo.

Y porque no se sabe qué es más dulce; si él que ve la dulzura o ella que es en quién la encuentra.



...porque ya no te quiero, es cierto, pero tal vez te quiero.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Coronas de papel de cigarrillo

Quizás porque no soy un buen poeta
puedo pedirte que te quedes quieta
hasta que yo termine estas palabras.
Quizás porque no soy un buen artista
puedo decirte "tu pintura está lista"
y darteló, orgulloso, este mamarracho.

Quizás no soy un buen soldado
dejo que ataques de frente y costado
cuando discutimos de nuestros proyectos.

Quizás porque no soy de la nobleza
puedo nombrarte mi reina y princesa
y darte coronas de papel de cigarrillo.

Quizás porque no soy un buen comerciante
no pido nada a cambio de darte
lo poco que tengo: mi vida y mis sueños.
Quizás porque no soy nada de eso
es que hoy estás aquí en mi lecho.


Sui Generis (Charly García)

viernes, 7 de diciembre de 2007

-¿Y como se subvencionan?

-No se subvencionan, hacen vacas ¡¿Subvenciones?! ¿Quién va a subvencionar el bien de la humanidad?

domingo, 25 de noviembre de 2007

Niños de hielo

Bajo la silenciosa noche
descansa un ebrio y confuso mundo.
Sobre él, se aman dos corazones fríos,
aunque vehementes
(Y por qué no, también dementes).

A lo lejos, se percibe una forzada respiración precedida por la aparición de un nublado vaho en su frágil cuello de cristal. Es así como la niña de hielo condensa los suspiros fríos del niño helado en su triste boca. Y deja escapar su último aliento, susurrándole al oído:

-Bebo, trago y siento tu corazón vacío;
ahora, y para siempre eres mío.
Déjame, amor, sentir tu calor helado,
el ardor de tu corazón, y de tus labios morados
Fundiéndote en mí, niño, permanece aquí abrazado
el calor refrigerante adormeció tu vida a mi lado.

sábado, 17 de noviembre de 2007

¡Yo estuve ahí!



A la vez que "la maza", esta canción, sonaba, nos deslizabamos desde dónde Silvio era un puntito amarillo hasta las tribunas de los ricos y, sentados a sus pies, nos encaramos con nuestro trovador.
Respirando el mismo aire que respira el rey, mi rey, de las flores. Llorando y cantando con la mejor compañía: "Miyara", y telefónicamente con Cantunta y Potita, y cincomil pajaritos desafinados además.

Mejor cállate tú

sangre coagulada, nunca azul,
estancada, por no limpiar la impura pureza

cállate tú
descendiente de Fernando VII, tu imperio ya terminó

calla, cállate tú
que has sido impuesto por tu sangre y no tus méritos

cállate,
que sólo sabes leer discursos preparados
y en cuanto escupes palabras pensadas
deseas haber callado

calla porque no eres quién para hacer callar las verdades
y porque jamás negarás de nuevo
lo que el pueblo colonizado ha reclamado:
la igualdad
esa que por tu simple existencia nos había sido negada

quédate en tu españa monárquica
canta, de nuevo, tus himnos juntos a tus congéneres
y elogia, si quieres, la estabilidad de la represión
de la falsa democracia y del capitalismo descontrolado
entretén, también si quieres,
a las doñas que precisan tu existencia

pero fuera de tu país, por favor, cállate

viernes, 9 de noviembre de 2007

Tuto troca e da medo

El comienzo del principio del cambio cree llegar, y entonces, cuanta más ilusión pones en ese cambio, vuelve el estancamiento... el a veces jodido, y otras veces agradecido, estancamiento.
Pero este de ahora... este es jodido; es un estancamiento que amenaza con ser prolongado. Y no sabes si luchar por sobrevivir para llegar a la meta. A veces se te quitan las ganas de hacer planes y también las de vivir improvisando.
No quieres vivir esa vida sin propósito alguno más que el inmediato. Pero quieres que esa etapa de incertidumbre pase rápido, de modo que sin darte cuenta el tiempo te devora. Y lo agradeces. Y lloras por desperdiciarte.
(Pero recuerda, llorar es el lujo de los bien abastecidos).
Te asusta pensar que en la vida sacrificas tu tiempo pensando en un futuro que nunca llegará, y te olvidas de el ahora. ¿Pero qué hacer si el ahora no te gusta? ¿Que hace la gente normal cuando no sabe qué le gusta?

Llegas a la misma conclusión: quizá necesites un cambio grande. Quizá, y solo quizá, temas la monotonía a la vez que el devenir curioso. Quizá, ahora más que nunca, sientas no tener una sola certeza. Y, claro, una incertidumbre tan agresiva siempre te asusta, te desgarra, te confunde y a la vez te insensibiliza de forma terriblemente vehemente.
Y las contradicciones se disparan una vez más.
Y no sabes. ¿No sabes? ¿Saber qué?. No, más bien soy yo ¡yo!. Soy yo quien no sé: no sé conversar conmigo misma, y por eso te invento, deseando me seas ajeno. Otra vez será el miedo, mi miedo. Ese (mi) sentimiento por excelencia:
Miedo al cambio y a la permanencia. Miedo a lo conveniente y a la emoción. Miedo al mundo, su belleza y mi incapacidad para apreciarla. Miedo al tiempo y su imparable paso. Miedo a la prolongación de algunos momentos. Miedo también a la responsabilidad y a saberme irresponsable. Miedo a la lucha, y también a la pasividad. Miedo a la certeza, a la lejanía, a la gente y la pseudo gente. Miedo al olvido, miedo a recordar.
Pero esencialmente; miedo a alimentar una vida de innecesarios miedos.
Los miedos de la cobardía.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Los reyes del mientrastanto

El rey, sapientísimo,
camina sobre las ruinas, perfectas,
de su propia pedantería.
El pueblo, ignorante,
alaba su alegoría,
y no pretende ascender,
pues mal caería.
(La feliz rutina nos consume,
a todos, en tinieblas de alegría.)
De mente vacía,
de alma completa.
Hallamos la distinción
en una realidad concreta.

Y, mientras tanto,
la Superiodidad
se lija el cerebro
con agujas de verdad.
Y, mientras tanto,
los niños, ineptos,
no saben jugar.
Y, mientras tanto,
el amor es prohibido
por no ser racional

Y es así que, día a día,
concurre el ganado
-sin amor ni poesía-
a crear vida funcional.

(Sin saber, sin embargo
que lo funcional,
no funciona para la verdad.
O mejor, un mientrastanto:
para mi verdad)

jueves, 1 de noviembre de 2007

Hocus pocus!!!




¡Abracadabra!

sábado, 20 de octubre de 2007

Egoísmo sustantivado

Nombres. Sustantivos propios. Topónimos.
Son ellos los culpables. Los que inventaron la propiedad.
Todo empezó cuando un hombre vestido con pieles hizo su casita de palos y dijo: "Esto es mío". A partir de este momento la especie humana se dió cuenta del gran placer de la posesión. Por ejemplo: cuando ponemos nombre a un hijo, es porque es nuestro hijo. Y si hace 500 años alguien decidió poner nombres de ciudades españolas a medio mundo, fue porque de esa forma obtendría el poder de explotar en su favor toda esa zona. Los nombres que se aplican ahora a el resto del mundo ya no son nombres de lugares, sino nombres que nadie sabe a quién pertenecen y, sin embargo, todo el mundo conoce: nombres de multinacionales, que ahora mismo, no prentendo promocionar.
Así es, como digo, que son los nombres son los que inventan la propiedad territorial. Muchas de las guerras sucedidas en el topónimo Tierra tienen como única función delimitar zonas que serán bautizadas con el nombre del lugar o multinacional dónde mande el antropónimo conquistador.
Una vez conseguido algo tan aparentemente banal como un nombre viene lo más ansiado por el homo sapiens, que tanto ama el verbo tener: tener poder y tener dinero.

Es cierto que un día el homo sapiens descubrió que podía hablar y gracias a ello evolucionó hasta lograr inventar miles de millones de cosas últiles que no sirven para nada. Pero también es cierto que ese mismo día inventó la palabra que lo está haciendo involucionar ahora: mío.

Antes de que ese mono desnudo inventara esa palabra nadie tenía nada, y por eso, todos lo tenían todo.

jueves, 11 de octubre de 2007

Una breve historia de los Reyes Católicos y su prole

Unieron Isabel y Fernando por medio de un matrimonio sus vidas y territorios en el año 1469 -Castilla por parte de ella, Aragón de él- formándose así la pareja conocida como Reyes Católicos.
Ambos compartían el mismo afán de unificación religiosa y territorial en la Península Ibérica. Así pues, lo primero que hicieron juntos fue terminar la Reconquista del reino entonces llamado Al-Ándalus que tantos años de guerra había causado. Para el año 1492 Granada ya era española y, como consecuencia, los árabes habitantes de la zona que rechazaban la religión por excelencia (el cristianismo) eran expulsados del reino, y en los peores casos perseguidos hasta la muerte. Algo parecido ocurría con los judíos, pues la intolerancia religiosa se hacía más fuerte que nunca: el lugar parecía demasiado pequeño para soportar la convivencia de tres religiones.
Las opciones para los herejes eran pocas; conversión, expulsión u hoguera. De lo último se encargaba el Tribunal de la Inquisición, establecido por los Reyes Católicos para hacer honor a su nombre.
Como es deber de un rey predecesor del absolutismo, la pareja católica pidió permiso a Portugal, vecino amigo, para colonizar Canarias -lugar estratégico de escala para barcos mercantes. Tras una lucha, que resultó ser más dura de lo esperado, con los neolíticos e inermes habitantes del archipiélago, España pudo al fin contar con Canarias como colonia en 1496.
Cierto día apareció en la corte un señor, dicen Italiano, llamado Cristóbal Colón pidiendo financiación para un viaje a la India, con el que traería mercancías para el país. Tenía un plan de navegación atrevido y quizá extravagante: cruzaría el océano Atlántico y, dando por supuesto que la tierra era redonda, llegaría sin necesidad de bordear el continente Africano a la ansiada India. Esta propuesta ya había sido rechazada en Portugal, pero Fernando II e Isabel I, como buenos reyes innovadores que eran, confiaron en Colón. Y su confianza llegó lejos en 1492, pues aunque el marinero no llegó a la India, se topó -sin llegarlo a saber jamás- con todo un nuevo continente habitado por "salvajes" sin explotar: América.
Para la desdicha española, los ingleses y portugueses se enteraron del hallazgo. Así que no tuvieron más remedio que repartir las tierras: norte para Inglaterra y sur para España y Portugal. Entonces se procedió a la conquista
Las hazañas de los Reyes Católicos pusieron broche final con la anexión del reino navarro. Ya solo necesitaban conseguir -mediante constantes casamientos de reyes y príncipes portugueses con sus hijas- otra unión dinástica con la que unificar toda la península, cosa que, como se puede observar, jamás consiguieron.
Tras la muerte de ambos reyes, el trono español es negado a su hija Juana, pues decían estaba loca de amor por su marido, Felipe el Hermoso (cuya mayor preocupación era ser enfermizamente infiel). Felipe era hijo del Emperador Maximiliano de Austria y María de Borgoña. Así pues, el trono fue directamente concedido al nieto de los católicos: Carlos I de España y, a la muerte de sus abuelos austríacos, también fue el quinto Carlos importante de Alemania.

El reinado de Carlos I y V (1516-1556) persiguió los mismos motivos de unificación que sus abuelos (religión y poder territorial). Aunque ya no se tratara de un reino sino un Imperio donde, debido a su gran tamaño, nunca se ponía el sol: España.
Ahora este imperio estaba formada por casi entera la Península Ibérica, grandes partes del sur y centro de América, Canarias, el sur italiano, Baleares, Alemania, y los Países Bajos. Gran parte de su reinado se dedicó a luchar contra una Francia envidiosa de poder y una Alemania luterana que se empecinaba en reformar la Iglesia. Dentro de la península dedicó su tiempo a reprimir las revueltas anti sangre azul, como las Germanías de Valencia y la rebelión Comunera en 1520.

Su heredero, Felipe II (1556-1598), continuó con el legado anti protestante que había dejado su padre y su política bélica: siguió enfrentando ejércitos por motivos religiosos, retrasó lo máximo posible la independencia de los Países Bajos y fracasó una y otra vez intentando invadir Inglaterra, que además de llevarle la contraria en todo lo posible descubrió una genial forma de diversión: hundir y atracar barcos españoles.

El Imperio Español empezó decaer con la llegada de los Felipes: el Tercero (1598-1621) y el Cuarto (1621-1665). Durante estos tristes años, España juega con sus soldaditos de plomo envejecido en la Guerra de los Treinta años a la vez que pierde Holanda en 1648. España iba siendo acorralada lentamente por Francia e Inglaterra, que aprovechaban la incapacidad de sus monarcas. Estos casi siempre dejaban el poder en manos por los llamados "validos"; los reyes preferían divertirse mientras los validos (Olivares, Francisco de los Cobos, Antonio Pérez) hacían el sucio trabajo de intentar fallidamente limpiar los alrededores de herejes, independentistas y potencias europeas.

Para terminar la dinastía Habsburgo, nació un Carlos II (1516-1556) demasiado puro de sangre como para tener el privilegio para ser fuerte e inteligente y fértil. España continuó su decadencia a manos de otro valido (o regente, quién sabe), mientras Carlos II moría sin descendencia y se desencadenaba una guerra de sucesión. Pero eso ya es otra historia.




Escrito a las tres de la mañana, y en consecuencia, escrito con menos neuronas de las pocas usuales

domingo, 7 de octubre de 2007

Triste de mentira

¿Por qué iba ella a expresar estúpidos, repetitivos, superficiales y archiconocidos sentimientos, de forma que quien los lea sienta que no siente, pues jamás llegara a su éxtasis depresivo sobrecargado?

El hacerlo no significará que ella dejede ser una niña tonta que sobreestima un dolor insignificante. Solo supondrá un nuevo sentimiento de egoísmo para con el mundo y con esto otro motivo de autolamentación.

Y, ¿quién quiere estar hipócritamente triste? ¿para qué ese afán de victimismo?
¿para ser un pseudo mártir mediocre y así compensar el no atreverse a ser uno verdadero?

¿Quien necesita serlo? Ella quizá.
Yo no, ya no.

domingo, 30 de septiembre de 2007

Arrastrémonos

Soldadito valiente

Arrastrémonos
por las alcantarillas.
¿Temor? Ninguno.
Todo terminará.
Para acabar con la mierda
hay que meterse en ella antes.

Ayúdate del viento,
somos nosotros,
el viento...
Acaba con las ratas.
Miralas, no la sientas.
No compartas su ignoracia.
El papel de mi buque cargado
de tus desgraciados
es el antídoto
a tu temor,
a tu egoísmo.


Sé valiente.

lunes, 24 de septiembre de 2007

La mente

La mente, esa mente, siente porque sabe que debe hacerlo, porque lo normal es hacerlo. Y mi ente, este ente, busca espacio vehemente dentro de otro ente: Él.

martes, 4 de septiembre de 2007

¡Olvidate de tus deseos!

Yo también deseo tus manos
y no por eso te las arranco.

Acepto mi derrota y aprendo
a vivir sin ellas.

Sin tus ásperas y suaves manos.

Sin tus ojos ni tus palabras.

Tus palabras…
El silencio vibrante
de tus palabras
me destroza los oídos.

lunes, 27 de agosto de 2007

Estamos solos, primito ;)


Vídeo: Roger Daltrey (Tommy) & Paul Nicholas (Cousin Kevin, el psicópata)

Opera rock de The Who, y la mejor película que he visto en mucho tiempo. ¡Es de obligación humana verla!


COUSIN KEVIN - THE WHO

We're on our own, cousin.
All alone, cousin.
Let's think of a game to play
Now the grownups have all gone away.
You won't be much fun,
Being blind, deaf and dumb,
But I've no one to play with today.
Do you know how to play Hide and Seek?
To find me, it would take you a week!
But tied to that chair,
You won't go anywhere.
There's a lot I can do to a freak!
How would you feel if I turned on the bath,
Ducked your head under and started to laugh?
Maybe a cigarette burn on your arm
Will change your expression to one of alarm.
I'm the school bully,
The classroom cheat,
The nastiest play-friend
You ever could meet.
I'll put glass in your dinner,
and spikes in your seat.
I'll drag you around
By a lock of your hair,
And give you a push
At the top of the stair!
What would you do if I
Shut you outside
To stand in the rain and
Catch cold, so you'd die?
I'm the school bully,
The classroom cheat,
The nastiest play-friend
You ever could meet.
I'll stick pins in your fingers,
And tread on your feet.
We're on our own, cousin.
All alone, cousin.
We've thought of some nice games to play
While the grownups has all gone away.
You weren't too much fun,
'Cause you're blind, deaf and dumb,
But I'd no one to play with today.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Mi cantunta

Pronto volveremos a nuestro arbolito.
Quiero seguir colgada en tu rama.
Te quiero, princesa piesguisados.
Mis deditos azules, mis deditos azulados.
Princesa que sonríe y recuerda entre tardes de té.

viernes, 17 de agosto de 2007

Dos viejas cartas a Lily

Mi pequeña Lily:
Mi arcoiris perdió su color. Y ahora es gris, tiene siete matices distintos de gris. Siete. Pero siguen siendo grises. Traté recuperar su gama. Sí, creéme que lo intenté, pero no era bonito, el gris siempre asomaba bajo los colores que le forzaba con mi pincel, y ya no es lo mismo. Y mis óleos se gastaron. Ya no quiero volver a intentarlo. No quiero, porque sé que no dará resultado. En el fondo, debajo de toda esa pintura mi arcoiris sigue siendo gris. Y yo no quiero un arcoiris mal vestido de colores pero con el alma gris. No tiene sentido ¿tu se lo ves?
En fin, como te he dicho es totalmente gris ahora, y no lo culpo a él. Fui yo quién le robó sus dulces tonos. Intentando mejorarlos, el se volvió contra mí...
Antes tenía un bonito arcoiris, uno de verdad, con sus siete colores brillantes y bien difumindados. Pero me vino la magnífica y estúpida idea (digna de alguien como yo, ya me conoces) de avivarlos. Y se avivaron, sí. Ya lo creo que se avivaron... Brillaban, brillaban muchísimo, tanto brillaban que sus colores parecían lenguas de fuego resplandecientes... Y de tanto que lo parecían, esas imaginarias lenguas de fuego se convirtieron en llamas. Al principio las llamas eran de miles y miles de tonalidades que se fundian unas con otras formando más y mas tonos. Entonces mi arcoiris dejó de tener sus siete colores y pasó a tener muchísimos más, y a mi eso me parecía genial, me encantaba. Qué estúpida. Sí, porque de tanto y tanto fuego, mi arcoiris se quemó... y esas cenizas son las que lo han vuelto gris.
Pero ¿sabes qué? Ya me empiezo a acostumbrar a su color grisáceo.

Querida Lily:
El Ser de las torres de luz existe ¿lo sabías?
Vaga de noche por los cables de alta tensión. De día juega con las palomas que ahí se posan para ver como las gotas de vida les dañan los ojos ciegos. Consuela la tristeza de ellas, y se compadece cuando alguna se tambalea antes de morir, cortocircuitada.
El Ser de los Postes Eléctricos vive en las quinquésima segunda torre del vigésimo país (más concretamente en la séptima ciudad). Nunca ha pisado la tierra. Es equilibrista y solo camina en lo alto de la electricidad tintineante. Nadie lo ve. Y el no ve a nadie. Solo la silueta dormida de las sucias aves con quienes comparte su existencia (aunque ellas no lo sepan del todo).
Mañana, o algún día futuro, cuando El Ser de los Postes desaparezca una paloma llorará sin saber porqué. Pero tu sí lo sabes ahora.
Así que no lo olvides: cuando una paloma llore sabrás que has perdido todas tus oportunidades de ver al Ser de las Torres . Obliga a tus esperanzas a morir, o vivirán engañadas de por vida. Cuando en los ojos de una paloma asome una gota de agua salada, ten compasión y cuéntale porque llora. Pero no le permitas que vea que a tí también se te aguan los ojos.

domingo, 12 de agosto de 2007

¿Es belleza?

Y estallo:
Río al ver como se desvanece tu cara en un remolino de vómito azul. Se pierde tu mirada gris, fría. Inexpresiva. Haciendo que mi corazón resbale y tropiece como cucarachas torpes. Gritas, sin emitir sonidos, a través de la nebulosa imperfecta de mi mente.
¿Quién te avisó de mi existencia? ¿Cómo aprendiste a caminar descalzo en este áspero mundo? ¿Por qué no te preocupa el rugido de la muerte ni el lejano piar?
Se te olvidó llorar lágrimas secas, nunca supiste valorar los suspiros de las hojas moribundas. Nunca mojaste tus pies en el barro sediento ni aprendiste a caminar, casi ausente, por las paredes blancas.
Se acabó tu tiempo y solo sabes sonreírle a la inmundicia que ven tus ojos ¿qué otra cosa pueden ver? La costumbre te ha ganado. Ahora aceptas la crueldad e indiferencia como normal, simple y correcta. No debería asombrarme. Y, de hecho, no me asombra. He perdido esa capacidad.
Hay verdades que dan asco, pero las adoras al no conocer nada mejor. ¿Por qué preocuparnos?
Pronto, y sin saber como, se habrá acabado el humo puro que respiramos. Y moriremos con una mueca sonriente. ¡Felices! Felices, ahora sí, de partir a ningún mundo.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Ghostly smile, my kid

Good bye, my little sky.
Mad bye.

I'll see you someday in the orange hollow
of your smiling eyes.

My wheeze: someone, a little muggle-dum
will think about you forever,
in the reality of a simple heart.

Rememberin' always the paper and the black letters
impressed with the wit of your brave soul.

Because I can now gaze at you ghostly laugh.

That's my sincere, ironic, pain.


<3


Real tears, fake stories

martes, 7 de agosto de 2007

Sir Lunático

El Señor Lunático Desquiciado piensa. Siempre piensa, es lo único que sabe hacer. O quizá sea lo único que le ayude a mantener la cordura en su oscuro refugio. Sir Lunático tiene miedo. Miedo al miedo. "¿Qué clase de miedo es este?" se pregunta a menudo.
Nunca ha sabido responderse. Solo sabe encerrarse y apartarse del resto, es un niño grande que nunca terminará de crecer.
A veces camina silenciosamente por un largo pasillo: vacío, como su corazón. Temblando, como si temiera ser descubierto en su propia casa. Como si vivir fuera un crimen y tuviera que hacerlo a escondidas. En muy contadas ocasiones enciende un vela azul. Está tan poco acostumbrado a la luz que no puede mantenerla encendida más de diez segundos sin que sienta que le arden los ojos.
Hoy el Señor Lunático Desquiciado encendió su vela. Y se quedó pensando, y pensando, y pensando en cosas que nunca pensó llegaría a pensar. Estaba tan absorto en sus incoherentes razonamientos que no se dió cuenta de que la barrita de cera azul se consumía lentamente ante sus ojos, hasta desaparecer en medio de un charco caliente.
Pero no desapareció del todo, no para Sir Desquiciado. El espectro de lo que fué la brillante llama de la vela se quedó impreso en sus ojos. Y ahora mire a dónde mire lo acompaña una estela luminosa. Un fantasma dorado que no existe, pero que está más presente que nunca en su mirada. Ya no está solo... y tiene miedo.

28 de enero, 2007

De sonrisas tristes y demás contradicciones

Una vez, en un pequeño pueblo vivía un chico. Pero no era un chico normal. Nuestro protagonista siempre estaba triste, sin embargo, siempre sonreía. Cuando dormía, cuando hablaba, cuando paseaba, cuando comía... ¡Siempre!
Nunca nadie lo había visto triste. Jamás había dejado escapar una lágrima de sus ojos. Pero no porque el no quisiera, simplemente no podía. Su eterna sonrisa era un gesto que no podía borrar de su cara por mucho que lo intentara. Era un sonrisa preciosa, pero como sólo el sabía, no era sincera. Y la odiaba, odiaba parecer feliz cuando siempre había estado triste.

Cuando paseaba por la calle la gente se paraba a contemplar su sonrisa con un gesto embelesado. Nadie nunca le habló, todos estaban demasiado ocupados observándolo como para dirigirle la palabra; nadie parecía darse cuenta de que su boca también servía para emitir sonidos. Así pasaba todos los días, salía a la calle con la esperanza de hablar con alguien, pero nadie lograba articular una palabra ante su presencia. Era como si el mundo se detuviera ante su sonrisa. Todos se maravillaban ante la felicidad que irradiaba el chico.

Al llegar a casa, siempre lamentaba su desgracia ante el espejo, odiándo cada vez más su estúpida sonrisa.
¿Estaba condenado a tener que mostrar una felicidad que no sentía? ¿Lograría mantener alguna vez un conversación con alguien? ¡¿Nadie se daba cuenta de que realmente no era feliz?!

Una mañana como otra cualquiera, al despertar después de una noche en la que como de costumbre no soñó nada, decidió poner en práctica una idea que llevaba mucho tiempo rondando su cabeza.
Tomó unos alfileres y se los clavó en las comisuras de sus labios, transformando así su sonrisa en una grotesca mueca de tristeza. Con la sangre que le chorreaba por la barbilla después de los brutales pinchazos, se pinto unas lágrimas que se deslizaban desde sus párpados, atravesaban sus mejillas y morían en su barbilla.
Dolorido y a la vez decidido se dispuso a salir a la calle para mostrar sus verdaderos sentimientos ante la incomprensión de los transeúntes con los que se cruzaba, y que alguna vez, habían envidiado una felicidad inexistente. La primera persona que lo vió fue una niña de unos nueve años, que tras mirarlo un rato con los ojos como platos, chilló:
El Chico Feliz! ¡Es él! Parece triste...
Todos los vecinos de la zona se asomaron curiosos por las ventanas de sus casas, los caminantes detuvieron su marcha y se dirigieron hacia él para ver que pasaba. Al ver al chico que había alegrado sus días durante tanto tiempo con un terrible gesto de sufrimiento y chorreando lágrimas de sangre se compadecieron de él, e intentaron consolarlo. Entonces, el chico triste dejó ver en sus labios una fugaz, pero ahora verdadera sonrisa que nadie vió. Su corazón salto de felicidad ¡Por fin se daban cuenta de que era un chico triste!


(...en un mundo lleno de contradicciones)

18 de noviembre, 2006

lunes, 30 de julio de 2007

Cadenas sin moraleja

Había una vez un Gran Manzano que nunca daba manzanas. Y vivía triste y desesperanzado en su absurdo trozo de tierra infértil. Siempre estuvo solo, hasta que cierto día notó como una minúscula esferita brotaba de una de sus cansadas ramas. ¡Era una pequeña manzanita! El Gran Manzano, feliz por primera vez en su vida, observó como su Pequeña Manzanita progresaba día tras día. Gastaba todas sus energías en alimentar a su primogénita, que cada día crecía más y a mayor velocidad. Llegó un momento en que la verdísima Pequeña Manzanita había alcanzado el tamaño de una sandía. Su padre el Gran Manzano, muy orgulloso, la contemplaba con autosuficiencia. Pero ese orgullo duró poco y pronto fue sustituido por una terrible angustia: la ya no tan Pequeña Manzanita quería independizarse.
Ella insistía en que quería desprenderse de las ramas de su enorme padre y llegar a tierra, para convertirse en un bello árbol independiente y, algún día, superar a su progenitor en tamaño. Esa idea atormentaba a nuestro Gran Manzano. No podía dejar que su única manzanita lo abandonara. Sabía que jamás llegaría a tener otras manzanas y, de tenerlas, ninguna sería tan bella y esbelta como ella. Así pues, se aferró con muchísima fuerza a su hija, impidiendo que esta cayera a tierra. La Pequeña Manzanita, deprimida, empezó a envejecer, arrugarse y por último, podrirse.
Llegó un momento en que no era más que un trozo de tierra muerta que colgaba de la rama de un manzano llorón. El manzano posesivo, ahora se lamentaba de no haber dejado ir a su hija. “De haberlo hecho –pensaba- ahora ella sería un hermoso arbolito que crecería a mis pies. Ahora además de estar solo, estoy condenado a ver de por vida mi horrible obra, a mi consumida e inerte pequeña”.

Su tristeza duró poco tiempo, el justo para que su hija podrida se convirtiera en abono fértil y una de las semillas que guardaba en su interior empezara a germinar. Fue así como, poco a poco, creció de la Pequeña Manzana podrida un nuevo y minúsculo arbolito. De este mismo arbolito nació otra manzana verde a la que él, al igual que había hecho su abuelo el Gran Manzano, no permitió independizarse. Entonces la nueva manzanita verde, como había hecho su abuela la Pequeña Manzanita, hizo nacer de sí misma otro árbol aún más pequeño que el anterior.
Y así ocurría sucesivamente: los arbolitos impedían independizarse a sus manzanas, y las manzanas en su afán maternal tenían arbolitos posesivos que nunca dejarían marchar a sus hijas. Esta extraña situación fue la causa de que, al cabo de un tiempo, se formara una larguísima cadena de árboles colgantes, a cada cual más pequeño.

¿El final? Elige:

A. El tallo de una de tantas manzanitas se resquebrajó por el peso. De modo que cayó, por fin, a tierra la cadena de arbolitos. Estos, al no estar conectados a un árbol grande y protector que los alimentara, murieron progresivamente.

B. El gran manzano deja caer por fin a su hija muerta, haciendo desmoronarse la cadena de arbolitos. Las semillas que aún guardaban las manzanas podridas se hunden en la tierra y, al ser tan diminutas, nacen pequeños bonsáis que son robados por los humanos para adornar esos sitios cuadrados donde viven. Al poco tiempo todos mueren en sus macetas.

C. El manzano mayor se consume poco a poco, a causa de la energía que le roba su inmensa prole. Se seca y, como consecuencia, la cadena de árboles colgantes también, dejando como recuerdo una familia de árboles extravagantes poéticamente muerta.

D. La cadena de arbolitos se hace tan larga que por fin llega a tierra una manzana del tamaño de un mosquito. La pequeña manzana deja salir de sí la diminuta semilla que guarda. Al tener abono suficiente, de la semillita nace un pequeñísimo árbol que día tras día, y a día de hoy, intenta desafiar las alturas de su tátara tátara tátara tátara tátara tátara tátara tátara tátara tátara tátara tatara abuelo. Con esto deducimos, al contar los tátaras, que del primer árbol nacieron catorce arbolitos más antes de llegar a tierra.
Conclusión: Catorce = muchísimos.

En A, B y C no hay conclusión aparente. ¿Pero hay moralejas?... ¿Quizás el destino? ¿O el desatino? ¿Puede que el arte? Es a ti, intrigado lector, a quien toca contestar. Eres tu quién debe crear un final, tu final.

Y entonces un día...

"I want to tell you a story.
About a little man.
(If I can)
A gnome called Grimble Crumble, and little gnomes"
...
Y entonces un día... "Ooomrey!" Otra manera para los gnomos de decir ¡Hurra!

Los gnomos escondemos nuestra realidad entre palabras inventadas y metáforas incoherentes.
Los gnomos, como yo, tenemos nuestras propias maneras de autoentendernos.
Los gnomos no necesitamos que los otros gnomos nos entiendan: nos basta con que entiendan en nuestras palabras lo que quieran entender.

Soy un gnomo, no soy poeta. No intentes entenderme. Solo así lograrás intuirte.

Gracias a tí, Syd, mi gnomo favorito.