miércoles, 26 de septiembre de 2012

Granada

Granada es líquida y monumental.

Solo su caparazón permanece.
Sus muros viven la nostalgia permanente
de la gente que va y viene.

El regreso,
si lo hay,
es siempre temporal y ambiguo.

 Atraen sus colores
y olores
de exotismo descontextualizado

Alegre es la fiesta y la gente
pero el adiós
 a cada paso está presente.

Maravillan sus calles, estrechas,
y sus rincones con historia,
ya desvahídos de tantas fotos
 de que han sido testigos. 

Granada es  una postal.
Aquí todo es fácil,
bello y trivial.

Da miedo arraigarse
a semejante paraíso etéreo.

Tal vez sea por eso
 que los lugareños
 parecen no existir para nosotros:
la turba de gente
que cada verano se va por el desagüe.

sábado, 21 de enero de 2012

Todo cambia

Ayer vi que habían puesto cuatro reposabrazos en el banco que está frente a la plaza de la iglesia. Un señor de camisa blanca que salía de la misa también lo vió y con alegría se sentó cómodamente en el nuevo trono mientras miraba las palomas, hasta que las palomas se cansaron de picotearle el zapato, y se fue. Al rato, un señor de camisa gris, que cargaba unas bolsas llenas de periódicos arrugados, se detuvo unos segundos a mirar el banco, coloco una bolsa en cada asiento, y se acostó a dormir debajo.