miércoles, 26 de mayo de 2010

Arte Urbano

La vi abocetar sobre la pared unas cuantas letras que resumían su insignificante devenir. Se alejó para, desde una distancia prudencial, observar el resultado en su visión de conjunto. En vista de que su obra no era más que un fantasma sobre el granito del muro, arrancó unas cuantas florecillas de las que crecían en unos extraños y pequeños cubículos exentos de cemento. Cuando se hizo con unas treinta las amasó y aplastó entre sus puños hasta formar un bola húmeda de inertes flores con la que acto seguido acarició la superficie rugosa de la pared. Intentó no escuchar los sollozantes chasquidos de sus pétalos el ser frotados contra la pared. Tras varios minutos de paciente trabajo fue apareciendo sobre la pared una leve capa de color marchito que vivificaba las letras rasponeadas en tiza. De nuevo se alejo un par de pasos torpes para confirmar algo que no estaba dispuesta a aceptar: nada de lo que intentara escribir sería visto por los presurosos transeúntes tan poseedores de eso que ellos llaman cordura. Aún así, no cedió y con aún mayor dedicación que antes, arrancó doscientas flores más de los agujeros rodeados de asfalto para rasponearlas con furia contra la pared gris dejando por aquí y por allá manchones de pétalos incrustados. Con más esperanza que antes se dedicó a contemplar el resultado que ahora, además de bastante llamativo, estaba asombrosamente bien iluminado por unas luces brillantes que parecían proceder de la carretera. Extrañada, se dio la vuelta para ver de dónde procedían aquellas luces, pero antes de que pudiera darse cuenta de qué estaba pasando, de un camión rojo y grande salió un chorro de pintura blanca que ahogo sus palabras y sus pulmones.
Al día siguiente el resplandeciente muro blanco ya había sido cubierto de carteles propagandísticos, delante de los cuales yacía tendida la figura estatuaria de una niña con un manojo de yerbajos en la mano, tallada en el más blanco mármol.
- ¡Hasta los bancos son artísticos en este país! -escuché comentar a un turista mientras se sentaba a la altura de su espalda- ¿Me haces una foto?

3 le contestaron:

Trent dijo...

Cada día me sorprendes más...

Elisa dijo...

Precioso, sin palabras.

Ananda dijo...

:)
there's nothing you can do that can't be done!