miércoles, 26 de agosto de 2009

leproso moribundo

I

Y yo le digo a la gente que no es bueno dormirse en la nostalgia, pero la nostalgia está siempre fabricada de ronquidos sordos. Eco deslumbrante del que grita sin aliento en medio del dolor de tanta gente que no sabe lo que quiere, que no sabe lo que es y que no hay tabaco. Fueron a buscarlo y se quedaron en blanco, porque se dieron cuenta de que, realmente, no sabían que habían ido a buscar y si merecía la pena seguir caminando por ese camino tan tortuoso. Sin embargo, la luna mostraba su cara triste, como en las noches en que las horas pasaban una tras otra sin sentirse en el cuerpo. Tendió sus manos, respiró y se sintió aliviada de no estar sola. Y aunque quizás no supiera nunca quien era, por primera vez tuvo calma y paz en su alma.


II

Contra el miedo al folio en blanco lo mejor es el tiempo. Lo mejor y lo único que ordena el espacio. Sin esta coincidencia entre tiempo y lugar no se podría dar ningún conocimiento, porque el conocimiento no existe y es que en este mundo todos tenemos un poco de músico, poeta y loco. Y de cansados de no poder desaparecer para no ver mis mentiras.
Quise cerrar la puerta, no volver a recordar. Poder borrar de mi memoria ese momento hostil. No se porque, siempre es volver a este punto y entrarme ganas de vomitar sin rechistar. La mugre camina en mi estomago y no lo puedo evitar. Tanta absurda rima me exprime el corazón. Puta y reputa imperfección infecciosa, que no nos deja seguir respirando sin saber que la utopía no ha dejado de serlo.

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